miércoles, 17 de diciembre de 2008

EPÍGRAFE 2008

Cercanos a las fechas en las se que se aproximan, donde se aprovecha de que finaliza el año para hacer balance de muchos aspectos que rodean a las personas o instituciones, es mi deseo aprovehar estas letras como refrenda sobre este año que va llegando a su fin.

Se van cerrando las puertas de este año 2008 donde en lo personal y en lo profesional esta siendo demasiado movidito a lo que suelo estar acostumbrado.

Se marcha el 2008, un año cargado de buenos momentos donde las nuevas amistades encontradas en el camino y las nuevas experiencias vividas en este año me han echo ver que la edad “del pavo” terminó, que con 25 años a mis espaldas son los suficientes como para ver la cosas de otro modo.

En lo profesional en lo que hasta el momento se refiere la verdad es que no me puedo quejar, tengo la suerte de compartir mi labor profesional con personas que verdaderamente merece la pena estar agradecido por estar cerca de ellos como son mis compañeros de profesión.

Aunque a decir verdad me encuentro en un puente donde el que me conoce sabe perfectamente de que no es el que me gustaría estar ocupando , aunque tengo que decir que ese puente al que deseo y quiero sigue estando cerca, muy cerca.

Como dije anteriormente ha sido un año bastante movidito sobre todo en lo profesional, donde francamente lo he pasado mal, suerte que sólo con un poco de anestesia y equilibrio emocional he sabido sobreponerme a tanta falsedad camuflada, detrás de personas que acostumbradas a sostener en una mano, una vara dorada y en otra el cáliz “de la salvación” se arrodillan ante la puerta del poder, del privilegio que ocupan y la arrogancia infinita del que no hace mucho tiempo, desconocían tener en sus manos.

La vida esta formada por etapas, se deja lo que se siembra, a cada uno le llega lo suyo en su momento, al menos ese es mi deseo, las verdaderas personas que merecen estar a tu lado, son las que te ofrecen la mano y el apoyo en el justo momento en el que lo necesitas.
De un anónimo:
Desearía tener alas, y volar hasta lo más alto. Y ver a la gente caminando sin parar, y corriendo queriendo alcanzar algo o alguien. Y ver cómo pocos lo consiguen y otros muchos fracasan. Ver cómo la gente camina a ciegas, sin importarle lo que pasa a su alrededor. Ver cómo se ignoran mutuamente. Ver cómo cada cual elige un camino distinto a los demás y cruzándose entre ellos sin dirigirse la mirada ni parar a pensar siquiera a saber la persona con quien se cruzó. Y yo, desde lo más alto, mirando y aprendiendo, quisiera saber quién de esas almas tiene razón. Cual de esas tantas mentes, sabe realmente el camino que hay que elegir. Vuelo y vuelo, y siempre el mismo panorama. Cada cual ve la vida desde una perspectiva diferente. Cada uno cree que tiene razón. El tráfico de las aspiraciones no para. Siempre buscando ese bienestar que tanto deseamos. Consumiendo nuestros días, sin darnos cuenta de que, lo que dejamos atrás, es mucho más de lo que está por llegar.